sábado, 27 de noviembre de 2010

DxOMark

La fotografía digital me resulta apasionante porque combina ámbitos tan dispares como el arte, ya que permite la creación intencional de manifestaciones estéticas; la suerte, porque también pueden crearse manifestaciones estéticas de puta coña; la fría e implacable física que explicaría —para quien quiera comprenderlo— de manera enciclopédica todo el proceso que culmina con la lectura digital de valores de exposición del sensor (desde la creación y naturaleza de la luz, pasando por su interacción con los objetos, la óptica de las lentes con todas sus irregularidades, la mecánica de las piezas móviles y el control de sus vibraciones, y terminando con la mecánica cuántica imprescindible para entender realmente el ruido que afecta a la calidad de la imagen por cómo el sensor detecta fotones); las matemáticas, necesarias para transformar los datos grises del sensor en imágenes en color; y la informática (más matemáticas) del proceso digital de las imágenes para retoques, efectos y compresión de datos. En la medida en que me ha sido posible, dedicando mucho tiempo y esfuerzo, he intentado comprender todo eso... —apasionante.

DxOMark.com se me antoja como el equivalente a Copérnico y Galileo en el campo de la fotografía digital. Si uno observa la reacción de las masas foreras ante eso de que el rendimiento de sus cámaras, en las que tanta ilusión han depositado, se vea reducido a un puñado de números... y aún peor, a un ranking que puede dar sorpresas y decepciones a más de uno (sobre todo si se ha gastado una fortuna en una Olympus E5, Canon EOS 7D, EOS 1D Mark IV o una Pentax K-7), pues qué les voy a contar... Berrinches ridículos en los foros de fans, echando pestes de aquellos que osan sacrílegamente a reducir algo tan intangible y elevado como "la calidad" (incluso "el arte") a insignificantes números... Fríos y robóticos ingenieros, físicos de pacotilla, corruptos por incomprensibles intereses comerciales; qué sabrán ellos de Fotografía... Finalmente: "Los números de DxOMark no significan nada para los auténticos fotógrafos". Ah, se me olvidaba: en el otro extremo tenemos a los de dpreview.com: "¡Esos sí que analizan las cámaras pensando en la utilidad para nosotros, los fotógrafos!" —triste.

Antes de seguir, he de decir que valoro mucho el exhaustivo estudio que hace dpreview.com de todo lo que no tiene que ver con el sensor: usabilidad, calidad mecánica, rapidez, enfoque, exposición, estabilización, pantallitas, menusetes... así como las noticias y los concursos.

Pero ahora voy a intentar explicar el origen y significado de los números de DxOMark.com y la correspondencia totalmente directa y evidentemente pragmática que existe entre estos y el artista fotógrafo, ágil e intuitivo, que vive el día a día con intensidad y sencilla claridad de consciencia. No voy a escatimar en detalles, así que...
«¡Detente, Máscara de la Muerte! Parece llegado el momento de ser maa razonable.» 
Mu de Aries, en las cascadas de Roshan.

A modo general, recordad que no hay que dejarse engañar por la reducción de ruído que realizan las cámaras o los programas de edición. Aunque haya unos algoritmos de reducción de ruido peores que otros, es matemáticamente imposible no joder el detalle real de la foto con esto. Conviene comparar con/sin reducción de ruido para ver realmente el detalle que se está perdiendo.

  • "Portraits (Color depth)": Indica el margen disponible para estirar el rango tonal de una imagen en color. Ejemplo: Una foto a las nubes, sin incluír el sol. Cuando el histograma de una imagen está muy concentrado, la imagen puede resultar decepcionantemente plana, y suele mejorar mucho al estirarlo. Una mayor profundidad de color indica más capacidad para hacer esta corrección sin sacar mucho ruído. Cuando la imagen tiene un rango dinámico muy grande este indicador es irrelevante.

    • La explicación de este indicador es la más dura de las tres, pero ahí va: Un fotón sólo puede ser detectado por un único pixel (manifestación de su naturaleza corpuscular). Así resulta que la imagen se forma de manera similar a cómo funciona la herramienta "aerógrafo" de un programa cutre de dibujo como puede ser el Paint: puntito a puntito. No es intuitivo, pero la Naturaleza es así. Esto significa que dos píxeles adyacentes no tienen por qué terminar contando la misma cantidad de fotones pese a que la imagen sea perfectamente homogénea entre ellos (como en el azul del cielo). Cuanto más tiempo estemos dándole al "aerógrafo" (shutter más lento), o más intensidad tenga (apertura mayor), menor será la diferencia entre píxeles. Esto nos lleva a la relación inescapable que hay entre ISO y ruído: Una mayor sensibilidad (velocidad ISO) construye la misma imagen con menos tiempo o menos apertura, luego con más ruido fotónico. Ya tenemos parte del indicador explicado: Depende del menor ISO posible para la cámara. La otra parte que necesitamos viene de que el sensor obtiene por cada pixel un único número que es la cuenta de fotones. Cada pixel lleva delante un filtro (rojo, verde o azul), por lo que, sabiendo que cada pixel cuenta los fotones que pasan por su filtro, podemos aproximar el color RGB (tres números) de cada pixel de la imagen final. Sin embargo, los fabricantes de sensores deben decidir si estos filtros son más o menos selectivos (ver explicación del low-light ISO). Un filtro menos selectivo deja pasar más fotones de más colores diferentes, y la cuenta del pixel queda inflada o contaminada (sensor "daltónico"). Sin embargo, los números RGB de la imagen final se refieren a colores exactos, por lo que es necesaria una transformación (una matriz 3x3). Si los filtros eran poco selectivos, esta transformación amplificará el ruído de la imagen (matriz con coeficientes mayores). La segunda parte necesaria para comprender este indicador es que depende del menor daltonismo del sensor. La unidad en la que se expresa el indicador (bits) representa el logaritmo del número de colores originales que pueden distinguirse correctamente en la imagen final, que estará limitado por el ruído, para la menor velocidad ISO disponible.

  • "Landscape (Dynamic range)": Indica el margen disponible para aumentar la luminosidad de las sombras de una imagen. Ejemplo: Una foto a una calle estrecha, sacando parte del cielo. Si la imagen está correctamente expuesta para no quemar el cielo o las fachadas con sol, la calle que está a la sombra aparecerá completamente negra. Es probable que la foto quede deforme, y haya que subir la luminosidad a las sombras para equilibrar. Este indicador nos dice cúanto podemos subir luz a las sombras sin que aparezca demasiado ruído. Cuando la imagen tiene un rango dinámico pequeño este indicador es irrelevante.

    • La velocidad ISO se refiere al tiempo que tarda un sensor en alcanzar su nivel tope de cuenta (saturación), dadas ciertas condiciones estándar. Si tomamos una imagen con la exposición justa para que toque el máximo, el sensor habrá capturado la mayor cantidad posible de información lumínica. Si hacemos exactamente la misma toma pero tapando toda la luz, obtendremos una imagen que debería ser "negra"; sin embargo, no lo es. Aunque no haya ni un solo fotón de luz, la lectura del sensor siempre arrastra ruído térmico. Este ruído depende de la temperatura y de la eficiencia y calidad eléctrica del sistema de lectura del sensor. La tecnología de semiconductores avanza que es una barbaridad, y cada vez se consigue añadir menos ruído al inevitable ruído térmico (Pentax K-5, Nikon D7000). El margen dinámico de DxOMark.com representa en pasos fotográficos (en octavas logarítmicas) la distancia entre nivel de ruído de una imagen "negra" y el tope de saturación, para la menor velocidad ISO disponible. No tiene nada que ver con la estupidez que muestran en dpreview.com cuando hablan de margen dinámico.

  • "Sports (Low-Light ISO)": Indica cúanto podemos subir la velocidad ISO manteniendo una calidad aceptable de imagen. En los dos indicadores anteriores, se asume que no hay problemas de luz disponible (bien por ser de día o bien por usar un trípode), pero ahora nos enfrentamos a la escasez de luz (o a tener que usar un teleobjetivo muy largo sin trípode). Este indicador parte de una definición concreta de calidad mínima (18bits de profundidad de color y 9EVs de margen dinámico) y nos dice el ISO máximo que mantiene una relación señal/ruído en el gris medio de 30dB. Estos números son razonables pero arbitrarios, y están fijados simplemente para poder comparar.

    • El "gris medio" es una media empírica de la reflectancia a la luz visible de las superficies de todos los objetos observables (~18%). Es como la media de todos los paisajes típicos del planeta Tierra. La relación señal/ruído para este nivel del sensor representa la calidad media de una imagen cualquiera. La causuística de este indicador es la más compleja. Los dos ruídos comentados anteriormente (el fotónico amplificado por el daltonismo del sensor y el térmico) influyen en este indicador, pero el factor determinante es la eficiencia lumínica. Ésta depende en parte de la menor selectividad de los filtros (es la razón para hacerlos poco selectivos), de la cobertura real de los píxeles (no todos los fotones son detectados por algún pixel), pero principalmente del tamaño del sensor: Contri más grande sea el sensor, más fotones podrá captar; esto implica que una mayor parte de la velocidad del sensor será debida a la captación de fotones, y no a la amplificación eléctrica. A diferencia de los otros indicadores, que son logarítmicos, éste es lineal.


Todos estos indicadores se normalizan al mismo tamaño de impresión de imagen. Esto es muy importante, ya que el tamaño del grano del ruido va con la resolución, y un sensor con más megapíxeles tendrá un ruido más fino, que se notará menos, que el de un sensor con menos megapíxeles y ruido más grueso, al igualar el tamaño de la imagen final.

Para finalizar, un par de cornadas al estudio que se hace en dpreview.com sobre la imagen, presuntamente muy orientado al fotógrafo, y que en realidad es totalmente engañoso:
  • El margen dinámico de dpreview.com no dice absolutamente nada acerca de la calidad de la imagen. Sólo indica el contraste resultante de la curva de tonos que aplica el motor JPEG de la cámara, que para colmo es ajustable. Contraste no es calidad, ni se le parece. Los gráficos de curvas y escaleritas de grises que acompañan el estudio son una abstracta estupidez, y precisamente no muestran nada de interés fotográfico.

  • El "highlight headroom" es otra estupidez, más torpe aún que la anterior. Lo que están realmente mostrando es el nivel de subexposición que realiza la cámara por su cuenta, debido a la diferencia entre el ISO real del sensor y el ISO declarado. Cuando una cámara dice estar en ISO-100 pero realmente su velocidad es de ISO-80, simplemente está subexponiendo (que es lo que en dpreview.com se interpreta como "highlight headroom"). Como es lógico, el coste de este "headroom" es un mayor ruído, por tener luego que amplificar la luminosidad para corregir la subexposición. Pero lo realmente importante de todo esto es que es simplemente un criterio de exposición del fabricante, que el usuario puede forzar cuando quiera, y nunca un indicador de la calidad de la cámara.

domingo, 1 de febrero de 2009

Acerca de la felicidad

Durante la Navidad y la entrada del año nuevo hemos deseado felicidad a muchas personas. Algunas son familiares o amigos, otras simplemente conocidos, y otras ni eso. Algunas veces se dice, otras se escribe, otras se simplemente se piensa... pero, ¿realmente se sabe qué es lo que se está haciendo? ¿Qué es eso que le deseamos a los demás o para nosotros mismos? "Felicidad" no es un término fácil de definir; copiemos de cualquier otra página algunas definiciones ilustres:

«La felicidad consiste principalmente en conformarse con la suerte; es querer ser lo que uno es.»
Erasmo de Rotterdam

«El dinero no da la felicidad, pero procura una sensación tan parecida, que se necesita un especialista muy avanzado para verificar la diferencia.»
Oscar Wilde

«El hombre más feliz del mundo es aquel que sepa reconocer los méritos de los demás y pueda alegrarse del bien ajeno como si fuera propio.» 
Johann Wolfgang Goethe

«Esperar una felicidad demasiado grande es un obstáculo para la felicidad.» 
Fontenelle

«No está la felicidad en vivir, sino en saber vivir.» 
Diego de Saavedra Fajardo

«Muchas personas se pierden las pequeñas alegrías mientras aguardan la gran felicidad.» 
Pearl S. Buck

«Ningún hombre es feliz a menos que crea serlo.» 
Publio Sirio

«Felicidad es el sueño del amor y tristeza su despertar.» 
Madame Basta

«La felicidad no es un ideal de la razón, sino de la imaginación.» 
Immanuel Kant

«Felicidad no es hacer lo que uno quiere sino querer lo que uno hace.» 
Jean Paul Sartre

«La felicidad humana generalmente no se logra con grandes golpes de suerte, que pueden ocurrir pocas veces, sino con pequeñas cosas que ocurren todos los días.» 
Benjamin Franklin

«La felicidad no está en la ciencia, sino en la adquisición de la ciencia.» 
Edgar Allan Poe

«La felicidad para mi consiste en gozar de buena salud, en dormir sin miedo y despertarme sin angustia.» 
Françoise Sagan

«La felicidad siempre viaja de incógnito. Sólo después que ha pasado, sabemos de ella.» 
Anónimo

«Con frecuencia, algunos buscan la felicidad como se buscan los lentes cuando se tienen sobre la nariz.» 
Gustavo Dorz

«La felicidad no es algo que se experimenta sino algo que se recuerda.» 
G. Tohre

«El hombre más feliz es el que hace la felicidad del mayor número de sus semejantes.» 
Denis Diderot

«No hay deber que descuidemos tanto como el deber de ser felices.» 
Robert Louis Stevenson

«El querer lo es todo en la vida. Si queréis ser felices lo seréis. Es la voluntad la que transporta las montañas.» 
Alfred Victor

«El bien de la humanidad debe consistir en que cada uno goce al máximo de la felicidad que pueda, sin disminuir la felicidad de los demás.» 
Aldous Huxley

«No soy feliz, ni falta que me hace.» 
Albert Einstein

Algunas de estas definiciones me parecen acertadas pero, no con todas estoy tan de acuerdo. En cualquier caso, hay definiciones mucho peores... como la que da la Real Academia Española: «1. f. Estado del ánimo que se complace en la posesión de un bien.» —¡Toma ya! ¿Alguien dudaba después de leer mi anterior entrada que el accidente de la forma del lenguaje condiciona profundamente nuestra manera de pensar? Reconozco que la Real Academia Española refleja el real estado del uso actual del lenguaje, no es responsable de nada, pero, así nos va... En el Merriam-Webster "happiness" se relaciona con "joy", y éste de nuevo con la posesión, aunque al menos no es tan explícito y se dan más opciones.

Es de aceptación general (creo) que "felicidad" no es simplemente una emoción, sino más bien un estado consistente en "vivir bien" (que termina siendo recursivo), aunque también se suele reducir a "placer"—"SEXOO!!" estais pensando, a que sí, ¿eh, pillines? "PODERR!!" "DINEROO!!" "DROGASS!!" "FUTBOOL!!" "COTILLEOOS!!!" No falta el economista, que ve la felicidad como la zanahoria del burro—sí, lo que según alguna fábula se le pone por delante para que ande, eso es... pero termina midiéndola como el PIB. Para que el que sea americano sea más feliz debe, además, ser republicano. El estadista dice que ser español, o ingés, alemán, colombiano u omaní es preferible a ser francés, portugués, argentino, chino o japonés; pero es peor que ser canadiense, escandinavo, suizo o costarricense. Si eres ruso, pakistaní o africano, pues estás jodido. Mientras, el científico descubre que al final depende de los genes.

Es curioso observar la evolución en occidente de lo que se considera en cada época como necesario para acceder a la felicidad. En la gloriosa Grecia, Sócrates recomendaba conocerse a uno mismo, Platón comprender la esencia de las cosas, Aristóteles cultivar la areté. Los estoicos, más simplones, recomendaban ser objetivos y razonables. Luego la Cristiandad aplazaría la verdadera felicidad hasta después de la muerte, y la Ilustración la rescataría para el éxito individual. En medio de la instrumentación cuantitativa del utilitarismo, los románticos revindicaban las emociones y el amor. Freud psicoanalizaba el tema en base a oscuras motivaciones subconscientes, y los existencialistas la consideraban un mito (para bien o para mal). Luego salieron cienes y cienes de libritos de auto-ayuda y sistemas para ser felices.—Mmm, los lectores astutos seguro habrán notado ya que estoy omitiendo algo...

[Banda sonora dramática con cuerdas, timbales y arpa; narra Constantino Romero]
...Profundamente impresionado al contemplar por casualidad el sufrimiento humano, del cual había sido celosamente protegido durante toda su juventud, Siddhartha Gautama renunció a su vida palaciega, y vagó por los mundos meditando el tema. Por fin, tras varios años de intensa búsqueda, una noxe estrellada, sentado bajo un árbol llegó a la conclusión que marcaría el resto de su vida, y el destino de medio oriente: [leve suspense] «El sufrimiento surge de la ignorancia» [Silencio] A partir de entonces se le conoció como El Buda. [Gran final con cuerdas, trompas, etc...] —¿Ignorancia? Pero si precisamente nosotros tenemos a la ignorancia como felicidad... ¿No es mejor muchas veces no enterarse de lo que está pasando? —Supongo que la gracia estará en qué es lo que ignoramos.

En mi opinión, lo que nos ha llegado del budismo a los occidentales es tan críptico que resulta prácticamente incomprensible. Es ya de por sí un tema bastante difícil, muy abstracto, pero mucho más por estar mal traducido o expresado de una manera inapropiada para nuestra mentalidad actual. Eso de estar originalmente escrito en sánscrito o en pali tampoco ayuda mucho, y el chino posterior tampoco nos ayuda; además, los sutras están dispersos y son en volumen como cientos de biblias. Si a eso sumamos nuestra superficialidad innata, al final sólo tenemos una masa deforme de prejuicios inútiles, estereotipos estúpidos y mitos acerca del budismo. Pero, ¿a qué se refería Buda? ¿Qué es lo que hay que saber, o no ignorar, para ser felices? —Básicamente se refería a no engañarnos a nosotros mismos.

La ignorancia en el budismo recibe un tratamiento sorprendentemente técnico y estructurado, que no me interesa replicar aquí. Los principales engaños son los que he intentado diluir en anteriores entradas del blog: Las divisiones que hacemos a la realidad son arbitrarias e impermanentes, incluyéndonos como tales. Sin embargo, ¿en qué modo puede el saberlo ayudarnos a ser felices? ¿Es realmente la ignorancia de sunyata (vacuidad sustancial, o arbitrariedad, como yo le estoy llamando aquí) la fuente de nuestras desdichas? ¿De qué vamos por la vida, a la deriva? En verdad es muy simple: No necesitamos nada.

Cualquier sentimiento de necesidad es artificial e innecesario. Todos los instintos son mecanismos afinados por evolución para que la vida continúe, no para que nosotros como egos egóticos continuemos; es muy importante comprender esto. También hay que comprender que el eco del instinto llega muy lejos, y muy distorsionado. Juzgamos sólo por simplificar, creamos expectativas pensando que lo/s demás está/n para servirnos de algo, pensando que debemos poder controlar la situación y nuestra vida (incluso las de los demás), imaginamos historias en un intento totalmente absurdo de prever, y acaparamos con miedo de perder un valor que sólo nosotros damos a las cosas. Pero una simplificación no debe considerarse sentencia, cualquier expectativa es una papeleta para que te toque una desilusión, no controlamos una mierda de lo que sucede en nuestras vidas (hay catástrofes naturales, errores humanos, y muchísimos detalles importantes se nos escapan), los sueños no son más que pura inercia descontrolada, y el miedo es exactamente igual al desconocimiento.

Hay una base limpia y clara en todas nuestras experiencias. No se entristece por saber que lo que vivimos ahora no durará para siempre, y que no podrá repetirse, que no somos tan importantes. Hay perfección en la flor marchita, en la puesta del sol, en el anciano enfermo, en las rebajas de enero, en el huracán, en la lotería, en la luna... Hay felicidad en todas las cosas. Tal vez no la reconozcamos porque nos hemos creado una expectativa deformada por el egoísmo, pero siempre ha estado aquí... en nosotros.

lunes, 25 de agosto de 2008

Repost

Entradas rescatadas de mi tentativa de blog en el Spaces de Windows Live, junio de 2005:

Porco Rosso


El maestro Miyazaki consigue romper con Porco Rosso todos los cánones sobre el anime y las películas de ficción. Ambientada en una entreguerra de fantasía, la acción discurre en el mediterráneo, donde construye una fábula en la que se nos hace soñar con la figura del piloto de hidroavión, el único personaje equidistante entre el cielo y el mar, mercenario sin batalla que nos divierte con sus azañas, fruto de su propio aburrimiento. Cargada de imaginación y ternura, la perfecta ambientación de Porco Rosso nos hace dudar si realmente existieron esos lugares del adriático, ese ambiente de fiesta y de piratas aéreos de pacotilla... una obra magna digna de ver.

Nauru y Tuvalu


Nauru es un pequeño estado en la Polinesia con unos 10.000 habitantes. Consta de una única isla de formación coralina, cuya meseta central tiene una altura de unos 60 metros y está formada por la acumulación de caquita de pájaros. Al parecer, esta montaña de mierda en medio del Pacífico sufrió un periodo de sobreexplotación de su meseta constituyente, ya que la combinación del guano con el coral resulta ser un buen fertilizante, convirtiéndola en lo más parecido a un paisaje lunar. El gobierno de la isla intenta compensar esta decadencia ecológica y paisajística fomentando la pesca y convirtiendo al estado-hez en un paraíso fiscal.

Tuvalu es otro mini-estado de la Polinesia formado por una serie de arrecifes, con una población de 12.000 habitantes, cuya mayor elevación no supera los 5 metros. Se teme que sea el primer país del mundo en desaparecer con la subida de los océanos, pero mientras tanto sustentan su economía en la pesca, la emisión de sellos totalmente inútiles para aficionados a la filatelia y el arrendamiento de su sufijo de internet ".tv" a una empresa estadounidense.

lunes, 18 de agosto de 2008

Acerca de nosotros

En mi anterior entrada acerca de la realidad, exponía que el hombre la "percibe" a través de simplificaciones sensoriales y conceptuales, exclusivamente humanas, con las que tiende a "humanimizarlo" todo, sin reparar en que la realidad (ahora, antes, y después de nosotros) es independiente de nuestras arbitrarias definiciones. Pero entonces, ¿qué se puede decir acerca de nosotros mismos? ¿somos tan falsos o arbitrarios como nuestros conceptos?

La limitación de nuestros sentidos, la necesidad evolutiva de organizar nuestras percepciones para reaccionar eficazmente, etc., nos ha llevado a conceptualizar. Pero al no ser conscientes de esa visión sintética (como en el ejemplo de nuestra visión en color), olvidamos que somos nosotros los que nos inventamos y desarrollamos tales separaciones y definiciones, y les atribuimos valor de realidad autónoma y auténtica. Pues bien, siguiendo esa misma línea, podemos comprender que, partiendo de las sensaciones sensoriales, que necesariamente dividen el mundo en "observados" y "observador" por geometría, y de ese mecanismo de selectiva recurrencia sensorial y colección de inercias al que llamamos memoria, es inevitable que construyamos un ego. Así tenemos un nombre, una historia (aunque sólo recordemos una ínfima parte de ella), un estilo, muchas presuntas relaciones con muchos presuntos "otros" (objetos, personas, comunidades, ideas...), y un largo etcétera. Sin embargo, ¿qué hay de necesario (o inapelable) en todo esto?

El hecho de que nuestros sentidos funcionen de un modo muy puntual o "subjetivo" es algo a lo que, una vez advertido, no debe dársele mayor importancia. Sería triste que un vigilante de seguridad terminase en crisis de identidad por haber estado horas mirando a los monitores de las cámaras, confuso por experimentar tantos puntos de vista, o que tras escuchar con auriculares una grabación de un concierto no sepamos dónde estamos. La perspectiva asociada a la vista y al oído es simplemente eso, perspectiva geométrica. Sin embargo, ésta alimenta incansablemente una falsa dualidad que está profundamente enraizada en nuestra psique y en nuestra cultura occidental: Nuestro lenguaje es dicotomista en su gramática, separando el sujeto que hace algo del objeto que sufre la acción y de la acción en sí; esta misma tendencia continúa a través de nuestros legados culturales y religiosos, por los que se atribuye al hombre un alma de sustancia divina ("animado"), y se lo coloca en un mundo físico hecho de una sustancia inferior para que lo explote a su antojo ("inanimado")... La memoria refuerza enormemente este fenómeno, ya que alimenta a la consciencia con aún más sensaciones subjetivas, aunque pretéritas.

Curiosamente, lo que justo ahora somos parece fugaz e intangible, pero lo que fuimos sí parece fijo y definitvo; así resulta que estamos más identificados con lo que ya no existe que con lo que realmente es (ahora). Y es cierto que existen puntos de vista subjetivos, capaces de experimentar (consciencias), y que el resto de las cosas (piedras, plantas, ordenadores, personas vivas pero profundamente dormidas...) no gozan de esa capacidad. Pero ¿justifica eso que tales puntos de vista sean tan dualistamente engreídos como para considerarse separados o esencialmente diferentes del resto del universo? ¿No podrían mejor considerarse como pequeñas regiones temporalmente conscientes de este gran cosmos, como una peca es una mancha oscura en la piel, sin dejar de ser piel?

Lo cierto es que mantener cualquier planteamiento distinto a éste (el único acorde con la realidad) resulta ser un error, y como todo error que se precie, se cobra cara su factura. Desde el momento en que la persona se define por separación de su matriz, por una delimitación arbitraria (basada en una falseada selección de recuerdos de instantes que ya no existen), surge el gran demonio: la necesidad. La persona siente constantemente que necesita una infinidad interminable de necesidades, inclusive la necesidad de necesitar. Todas están relacionadas con el error de base, el de la falsa identificación con nuestro punto geométrico de vista y con nuestros recuerdos, aunque lo normal es llevar este error mucho más lejos, al meter en el saco de la identidad diversas ideologías, pedazos de distintas religiones (muchas veces contradictorios entre sí, como creerse católico y también creer en vidas pasadas o en la inevitabilidad del destino), manías, mentiras históricas de tinte nacionalista, odios más o menos atroces hacia otras identidades y un sinfín de imbecilidades que hacen de tal saco lo más parecido al típico bolso de las mujeres (caos que ellas mismas suelen reconocer, así como reconocen lo innecesario del 90% del contenido). Enumerar las necesidades sería cansino e innecesario (...), pero baste decir que, mirando al cielo en una noche estrellada (suponiendo que aproximadamente comprendemos la escena, y no estamos pensando que es una tela negra con puntitos blancos, dispuesta así por un tal Dios) se vuelve algo difícil mantener vigentes tantas necesidades... Pero será que la necesidad de necesitar nos impide que hagamos esta sencilla pero sobrecogedora práctica a menudo, y si la hacemos, consigue que la olvidemos de inmediato o que no afecte lo más mínimo a nuestro planteamiento vital o cotidiano.

Después de todo lo dicho, entonces, ¿qué somos? —Pues no somos el contenido del "saco de identidad", sino lo que arrea penosamente con el saco; no somos nuestros recuerdos, sino lo que los recuerda; no somos ninguna de las emociones que puedan sentirse (ni el miedo, ni la curiosidad, ni la alegría...), sino lo que las siente; no somos (y esta puntilla parece mucho más obvia, pero es idéntica a las anteriores) lo que vemos, sino lo que mira... Es tan simple de entender, que por nuestra inaudita inercia hacia la complejidad artificial resulta casi imposible hacerlo (me refiero hacerlo siempre, no sólo entenderlo durante el momento justo de estar leyendo esto). Y, finalmente, ¿qué es ese "lo" que arrea, "lo" que recuerda, siente o mira? —Un instante.

El cerebro es una máquina de abstracción jerárquica. Partiendo de impulsos sensoriales, pequeños grupos de neuronas realizan reconocimientos de patrones básicos (líneas, intervalos musicales, olores, colores, etc.) y, progresivamente, más y más neuronas reconocen patrones sobre patrones, subiendo cada vez en el nivel de abstracción hasta extremos increíblemente sutiles, como cuando reconocemos por un gesto en falso de alguien que "está aparentando". Esta capacidad de abstraer es troncal a lo que somos. Ser consciencia como sólo un enigmático fenómeno de reflexión no es todo el percal, también hay que contar con este mecanismo de representación abstracta, con el que se termina formando una especie de relación "pizarra–lenguaje". Todo esto nos deja en una curiosa situación, y es que este mecanismo de conceptualización que tantos herrores comete resulta ser imprescindible. Simplemente es lo máximo que ha conseguido el Universo para experimentarse y comprenderse a sí mismo, al menos por estos lares.

lunes, 28 de julio de 2008

Acerca de la realidad

La retina humana sólo tiene conos (neuronas sensibles al color) en un pequeño radio alrededor de su centro, cubriendo un ángulo de poco más que la extensión de nuestra mano abierta con el brazo extendido. Sin embargo, creemos ser capaces de "ver" toda la escena alrededor nuestra en color instantáneamente; es una soberbia reconstrucción por parte de nuestra circuitería neuronal, a un nivel totalmente inconsciente. Además, no hay que olvidar que nuestros colores sólo se corresponden a un ínfimo rango del espectro electromagnético, por lo que hay detalles, diferencias, que nunca veremos directamente. No vemos la temperatura de los objetos (algunas serpientes pueden, y algunos insectos también), y muchos pigmentos de las flores nos son indiferentes porque sólo absorven luz ultravioleta. No nos podemos atrever a decir que vemos la realidad, y con respecto a los otros sentidos, también estamos muy limitados.

Sin embargo, pienso que estas limitaciones de rango (espectral, de intensidad, de escala) son las menores limitaciones que tiene el hombre para percibir la realidad. Y es que el hombre—y la mujer también, porque aquí estoy usando "hombre" como especie—tiende a humanimizar todo cuanto le rodea, y más. ¿Que qué es humanimizar? Pues es el mallor herror, y el más fáscil de cometer, de cuantos se cometen (aunque también podríamos considerar que es el único, por lo que esos dos récords no tendrían mucho mérito). Humanimizar es—a partir de ahora—proyectar cualidades, de origen puramente humano, sobre algo. Es un acto totalmente inconsciente y constante (al igual que la reconstrucción del color de la escena visual que mencioné al principio), que seguramente tenga alguna ventaja evolutiva y tal... pero que también es el responsable de las mayores atrocidades que se han cometido nunca y de las que aún no se han cometido y sin duda se cometerán. Ahora parece—o no, pero es cierto...—que estamos hablando de algo serio.

Permítaseme una pregunta: ¿En el periodo jurásico, había plantas? Yo soy de la opinión de que no las había, y explicaré por qué: No había personas; y las plantas sin personas, no existen. La dificultad de entender este razonamiento radica en arrancar la ontología de la cosa "verde" (que es un color que tampoco existía por aquel entonces, pero no quiero ser demasiado recursivo) que comían los "brontosaurios" (...), de aquella cosa en sí. Es difícil desprenderse del concepto, pero hay que ser capaces de entender que, hasta que no existieron personas con capacidad de poner límites, formas y nombres a las cosas, las plantas (o los brontosaurios) no existieron. Realmente no existieron hasta ese momento, insisto. Si quitamos al hombre del universo (moviéndonos imaginariamente hacia el pasado o el futuro, o tirando una Tzar Bomba en cada continente habitado del planeta) lo que queda es algo, si nos referimos concretamente al caso de la "planta", que no tiene ni una sola de las cualidades que tan intuitivamente les atribuímos, ya que no hay quien sostenga tales cualidades, al extremo de no poder existir como nosotros lo comprendemos ahora, porque ni siquiera tendría límites definidos (que digan donde empieza y termina el objeto) o forma (que clasifique y diferencie una clase o nombre para el objeto).

La diferenciación de la "planta" respecto al "suelo" o al Universo es totalmente arbitraria, humanamente comprensible pero nunca extrapolable a la realidad. Ya no es sólo cuestión de que alguien pudiera consierar eso que llamamos "planta" como "tierra viva que se eleva verticalmente con el pasar del tiempo", sin diferenciarlo del suelo o del planeta, es realmente que cualquier conceptualización de cualquier cosa que esté en nuestra mente es exclusivamente nuestra (desde dioses hasta canicas), y no tiene ningún tipo de independencia más allá de nosotros. Pero esto es muy difícil de "ver". Una prueba obvia de ello es que el hombre suele hacer ciertas preguntas que considera como de extrema importancia, y que, en mi opinión, son de lo más estúpido: «¿Qué sentido tiene nuestra existencia, o la existencia de cualquier otra cosa (la bendita planta, por ejemplo)? ¿Por qué estamos aquí?».

Resulta que, ante estas cuestiones, hay mucho que decir y nada que responder. Primero está dudar de la existencia del "sentido", "razón" o "por qué" más allá de lo humano, lo cultural. Dentro de nuestro sub-mundo mental colectivo, las cosas pueden muy bien tener una razón para existir (como el Chiki-Chiki—perrea! perrea!), pero buscar esas razones "desde fuera" puede ser un error. Fuera de nuestra querida humanidad, no existe el concepto de "razón", ni el lenguaje en el que expresarla, ni sujeto que sujete tal "razón"—curioso juego de palabras... Realmente ni siquiera "sucede" algo, pues "suceder" implica una diferenciación entre instantes del tiempo y del espacio que es totalmente arbitraria (humana), por lo que fuera nuestra no se necesita razón alguna. Segundo está dudar sobre del objeto de estas preguntas, ¿sobre qué "nosotros" o "yo" se pregunta el por qué de su existencia?. Pero este segundo punto es profundo de tratar, y lo dejaré para otra entrada del blog.

Y es que la realidad es simplemente como es, no como nosotros imaginemos que sea. Hay algo que me encanta de cómo la física moderna (la relatividad y la mecánica cuántica) nos enseña sobre la realidad, y es que consigue que el hombre se estrelle contra sus propias "mentiras" y limitaciones: Un fotón—retomando el ejemplo de nuestra visión—es algo que, sin tener masa en reposo, y sin poderse detener, acelerar o ralentizar, es a la vez algo que puede asemejarse a una bolita que impacta en un punto exacto contra una pantalla (o nuestra retina) y algo que puede asemejarse a una onda que se hace interferencias tras pasar de manera fluida y simultánea por dos rendijas en un obstáculo. Además, no podría "percibir" ni el tiempo ni la distancia, ya que un fotón tarda (para él) nada en llegar a todos los lugares. Es un objeto (o fenómeno) tan extraordinariamente "raro", o con un comportamiento tan chocante o incomprensible que resulta... totalmente inimaginable. Pero yo digo: ¡Por supuesto que nos es inimaginable! ¡Todo lo real es inimaginable!

jueves, 24 de julio de 2008

Bienvenidos a mi blog

Han pasado siete años. Antes tenía una página web en Lycos, donde se mostraban las fotos de mis viajes por Europa, mi música, y algunas chuminadas. Era un reflejo bastante fiel de aquella época de mi vida. Primaba el tener presencia en la web y compartir interesantes imágenes de viajes, mp3 camuflados como ficheros de otro tipo (Lycos cercenaba los mp3) y anodinas memeces, por mantener el contacto con muchas personas que no tenía cerca.

Pero después cambié de ambiente, empecé a bailar latinos y a conocer muchísima gente. Todo cambió, y yo, en parte, también. Aquella página web fue quedándose obsoleta, y no la mantuve actualizada por falta de tiempo y de ganas. Finalmente se fue al carajo. En efecto, tras más de un año sabático vino la epopeya para terminar la carrera, los trabajos temporales, mi trabajo actual...

Sabemos de sobra lo importante que llega a ser un trabajo en la vida de una persona. Comencé echando más horas que la puerta; era un trabajo absorvente, un marronazo del quince que nos arrebató (a mí y a mis compis) bastantes fines de semana y la sensación general de tener vida propia. Luego evolucionó a algo más ilusionante, cambió el horario y volví a disponer de tiempo propio (incluso pude volver a dar clases de tango), pero degeneró, y actualmente lo calificaría de sodomizante, aburrido o inútil...

Vino la decepción, la enfermedad, el Zen, Japón... claramente mi página web del 2000-2001 podría considerarse hoy un fósil. Y hoy, en mi primer día de mis mini-vacaciones, inauguro éste mi blog: es el retonno. ¿Qué tengo pensado poner aquí? Pues las cosas que he ido y vaya aprendiendo, mi punto de vista; básicamente lo que me salga del bálano... ya que si no, no sería un blog.